Sobre el compromiso de la sostenibilidad: fidelizar y democratizar

En un debate que participe hace un par de semanas la pregunta propuesta era ¿La comunicación de un proyecto cultural debe dirigirse a fidelizar los públicos o existe una obligación de buscar la democratización cultural para aquellos proyectos financiados con dinero público?

Por un lado reconozco la instrumentalización de la cultura, en la medida que muchas políticas culturales requieren mostrar en su ejecución acciones dirigidas al logro de objetivos digamos amplios frente a las prácticas o el desarrollo cultural, por ejemplo el acceso o la inclusión en servicios culturales. Y por otro, el fin de la cultura como parte sustancial del individuo y los colectivos, donde más que instrumento es el propósito. Y cuando las políticas culturales, deben pensarse en un sector que dialoga transversalmente con otros sectores e implementarse, funcionando en diálogo, como fin de poder hacer, sentir y estar con mejores condiciones de vida.

En “el paradigma de la democratización cultural y el de la democracia cultural (Urfalino, 1996)” reseñado por Rius y Zarlenga, se plantea el origen de la discusión desde  la manera cómo la sociedad recibe o reconstruye el mensaje que transmite la política cultural. Mientras en la democratización cultural, se parte del supuesto de que la sociedad reconoce una cultura como legítima, en la democracia cultural, la sociedad se reconoce diversa. Es la sociedad en la primera receptora pasiva y en la democracia cultural, la sociedad recibe y transmite siendo más activa (R. Moulin & Costa, 1997 reseñado por Rius y Zarlenga).

Aunque podríamos identificar acciones en algunos territorios,  que dan cuenta de la permanencia de esta discusión, según señalan los mismos autores, lo más común y estoy de acuerdo, es que ha cambiado el sentido de la cultura y en consecuencia  su interpretación a través de las políticas culturales.

Según señalaban en el texto de lectura, Rius y Zarlenga, el cambio podía originarse en tres aspectos, las nuevas relaciones entre la ciudad y los ciudadanos en cuanto al patrimonio y la renovación urbana. Un segundo aspecto, son los diálogos que resultan en clave de diversidad y diferencia. Y el último se refiere a las ciudades creativas e industrias culturales. Estos tres factores considero están más ajustados a las condiciones de territorios con una distribución de la población diferente a la de América Latina, en particular a la de Colombia.

Sobre el tercer aspecto señalado – ciudades creativas e industrias culturales - considero que forma parte de las nuevas exigencias que se le hace a la cultura (2 Comentario), como son la identificación del aporte de la cultura en términos de empleabilidad y crecimiento económico y la de participar en el impacto social como lenguaje transversal en los planes de desarrollo y acciones globales.

En cuanto al cambio y la definición de las políticas culturales en Colombia, se puede leer en informes del PNUD y en los Planes de Desarrollo nacional, departamental y municipal, que la cultura ha cambiado y se asocia en clave de Desarrollo a condiciones de vida de la población.  Según la información del DANE el 75 por ciento de la población es urbana y el 25 por ciento es rural (1 Comentario), pero son solo 5 ciudades donde se concentra el 58% de esta población urbana – el 43% con relación a la población total del país – y solo en Bogotá, es el 28% de la población urbana.

Los datos anteriores permiten presumir que la finalidad de las políticas culturales en Colombia, aun con acciones de democracia cultural, deben perfilarse en su asociación al desarrollo de territorios que aún dialogan con la ruralidad y en los que se construye ciudadanía. A quienes trabajamos en las culturas en Colombia, nos gusta pensar que es la cultura en clave de desarrollo, tal y como exponen en sus discursos las dos últimas Ministras de Cultura (3Comentario). Igual también ha permeado la implementación de las políticas culturales, los nuevos encargos que mencioné hace un momento - empleabilidad y crecimiento económico y la de participar en el impacto social-

Considero que dada la limitación de recursos, la decisión de fortalecer organizaciones culturales, prácticas artísticas, culturales y del patrimonio en diálogo con el discurso de poblaciones y derechos, es responsable y decente con el país que tanto para las organizaciones culturales que realizan actividades con recursos propios como con recursos privado y por supuesto recursos públicos que la sostenibilidad sea una de sus metas: LA SOSTENIBILIDAD del proyecto social que las constituye y bajo el cual, por ejemplo se presentan a fondos públicos concursables.

Es una obligación en la gestión fiscal, entendiéndola como el uso de recursos públicos, ser responsables. Es de por sí un impacto social del que debe dar cuentas la cultura, el usos de recursos públicos. De que otra manera podríamos encarar con la sociedad, como sector, dilemas de inversión pública en temas sensibles como son la cobertura en salud, la educación básica o la vivienda digna.

Puede que parezca en un primer término una “raíz neoliberal de estas orientaciones en la que las administraciones públicas abandonan el proyecto de transformación social global a partir de la difusión y la participación cultural con una idea de redistribución y de creación de cohesión social nacional” y que esté en juego la distribución, ya precarios, de los recursos “...Ciertamente, si los recursos no se distribuyen en respuesta a las necesidades de la población sino en respuesta a la capacidad de las organizaciones locales, habrá desequilibrios entre territorios, es decir, ciudades ganadoras y ciudades perdedoras RIUS, Joaquim. ZARLENGA, Matías

Sin embargo, son actores de las culturas, fortalecidos desde las organizaciones o desde las redes, quienes pueden dar cuenta del impacto social a largo plazo, participando en decisiones políticas y de administración sobre los recursos en cultura. No obstante, los recursos públicos deben permitir que las organizaciones se fortalezcan para que cada vez sea menos la dependencia pública. Fortalecer organizaciones y actores cultures tiene lugar en las recomendaciones que propone UNESCO para contribuir a que la cultura sea un pilar de la sostenibilidad.

Por lo anterior, considero que cuando se presenta el concepto de fidelizar utilizando recursos públicos en un proyecto, a veces se desconoce que también significa mantener atractivo el producto o servicio por respeto al usuario, al público, que con las dinámicas simultáneas que resultan de la comunicación, también ese usuario/ público aporta siendo un productor a la vez que consumidor. La fidelización, técnicamente parte de reconocer el vínculo y el compromiso de mantenerlo. Encuentro más responsable, para una organización cultural que funciona con recursos públicos bien sea para un proyecto específico como son los fondos públicos concursables o en funcionamiento parcial o la operación total, dar cuenta del público que satisfecho se involucra más en las propuestas, que cumplir con la programación, número de funciones o actividades y personas asistentes o participantes.

Para finalizar, retomando la comunicación con sus connotaciones contemporáneas, como señala German Rey, para gestionar la cultura se “requiere de redes, de estrategias efectivas de información, de espacios de diálogo” y esto puede ser parte de la fidelización.

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(1 Comentario), si bien en términos porcentuales la población rural ha disminuido - del 69,1 % en 1938 al 25% en 2005-  el número de habitantes en las áreas rurales ha aumentado - de 6 millones a 11,6 millones en 1993 y  15'600.000 aproximadamente 2002 según datos de la Contraloría General de la República-. Dicha tendencia muestra cómo la población rural ha aumentado, a pesar de la violencia y de que los modelos de desarrollo han intentado disminuir dicha población. Tomado de PEREZ CORREA, Edelmira. PEREZ MARTINEZ, Manuel (2002)
(2 Comentario) El encargo social a la cultural actualmente, considero, tiene nuevas exigencias, por ejemplo responder a problemas medio ambientales o al crecimiento integral de niños y niñas en su primera infancia o al mejoramiento de la movilidad en la ciudad.
(3 Comentario) es el Ministerio de Cultura un ministerio joven, nace de la ley 397 Ley General de Cultura promulgada en 1997.

 Referencia y bibliografía
REY, Germán. Comunicación y cultura en la sociedad de la información. UOC, mayo de 2013
RIUS, Joaquim. ZARLENGA, Matías “La cultura en la sociedad contemporánea: conceptos, transformaciones y nuevas tendencias” UOC, abril de 2013
PEREZ CORREA, Edelmira. PEREZ MARTINEZ, Manuel. El sector rural en Colombia y su crisis, Revista Cuadernos de Desarrollo Rural (48), 2002 Universidad Javeriana Colombia

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