Responsabilidad Social Empresarial - Entidades Culturales

Conversando sobre el alcance del concepto RSE en la manera de hacer las cosas, encontrábamos con los conversadores, que al hacer las cosas se intuye la necesidad de pensar en otros en el tiempo, como una "prospectiva de los actos".

Cuando se revisa el uso del término y su significado puede remontarse hasta Zaratrusta (Antigua Persia) cuando propuso una manera de actuar, desde el trabajo y las relaciones sociales, donde mediara "lo bueno" - buenos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones - que era necesario actuar y transmitir para preservar la vida. Además de este interesante origen, la literatura formal que inicia el uso del concepto se da en los Estados Unidos en la década de los 50 y se presenta nominalmente como lo conocemos hoy en los 60 y 70, para conocer el proceso ver la historio de RSE en el "Análisis del concepto de responsabilidad social empresarial"  Abreu, J. L. y M. Badii Aunque revisando acciones de empresarios, previas a los 50, se pueden identificar significados de cómo se hacía la RSE (Caso Ford 1910). Es la responsabilidad social ¿de los directivos de una empresa? o ¿de la figura jurídica? o ¿un tema asociado a la ética más que a los fines del capitalismo? o más preguntas, que podemos revisar en el artículo sobre "¿Cómo surge el concepto de RSE?" en el siguiente link Miriam escobar (Cali- Colombia)

Pero para las entidades culturales, muchas sin ánimo de lucro (ESAL - en Colombia) ¿deben pensar su responsabilidad social?

Los invito a leer La Responsabilidad Social en las instituciones culturales de Marta Ribera  publicado en Responsabilitat Global
¿O quizás pensábamos que la RSE sólo afectaba a los sectores netamente industriales?
La Responsabilidad Social en el ámbito de las instituciones culturales pretende dotar a este sector de herramientas para crear sinergias con el entorno social poniendo de relieve el valor del patrimonio cultural mientras se favorece la difusión del conocimiento y de la cultura como bienes necesarios y enriquecedores en toda sociedad, teniendo en cuenta el impacto en el medio ambiente y en las personas, garantizando la viabilidad de la entidad, con una buena gestión y un buen gobierno.

La gestión de la RSE nos invita a profundizar en el cumplimiento de la misión que nos es propia, a la vez que atendemos los cinco vectores que marcan los impactos en la sociedad: económico, social, laboral, ambiental, y buen gobierno. En todos ellos hemos de buscar la excelencia según las expectativas que la sociedad deposita hoy en nuestra institución.

Por ello, nuestra responsabilidad ante la sociedad también nos pide que nos cuestionamos sobre el impacto social y económico. Si analizamos la trayectoria de los museos científicos, por ejemplo, nos damos cuenta de que se habían convertido en espacios restringidos a un público muy especializado. A menudo eran fruto de colecciones privadas o de los gabinetes de las materias específicas, considerados centros científicos y de estudio dedicados a la clasificación de especímenes o en la investigación.

Ante esta situación se debe plantear una manera diferente de concebir los espacios museísticos, y por extensión otras entidades culturales, a fin de crear nuevas relaciones con los visitantes en las que estos sientan que el patrimonio cultural forma parte de la riqueza identitaria. Fomentar la implicación y darles un papel proactivo para nutrir este feedback.

Y que nuestra misión tenga el foco en el conocimiento y la cultura no nos debe hacer olvidar que debemos incorporar criterios en otras demandas sociales sobre las que impactamos. La sociedad del siglo XXI se distingue por su sensibilidad ecológica y ambiental. La globalización nos ha hecho tomar aún más conciencia del impacto negativo que estamos ejerciendo sobre el planeta. En este contexto, museos de ciencias naturales, ecomuseos, parques científicos, zoos, acuarios, museos de sociedad, centros de exposición han empezado a preocuparse por los problemas relativos a la degradación del medio ambiente, la desaparición de algunas especies, el agujero de la capa de ozono, el problema de los residuos y la urgencia del reciclaje. Pero esta preocupación, traspasada la gestión, también debe hacerse visible internamente en la estrategia de gestión de cada institución, aunque el contenido museístico no ponga el foco en lo bio.

La biomuseologia surge como una rama de la museología. Nace de las necesidades de las comunidades para preservar la memoria y la sostenibilidad del patrimonio museístico, tanto en lo referente a cuestiones ambientales como multi referenciales. Siendo competencia del ejercicio profesional del museólogo que éstas formen parte de esta nueva vertiente de la museología.

Los museos han dejado de ser simples contenedores de objetos para convertirse en espacios sensibles a la cambiante realidad tanto ambiental como social que afecta a las comunidades y los ciudadanos. Los museos se han convertido en grandes centros culturales, a veces incluso comerciales, y deben tener un carácter inclusivo con capacidad para entender y dar respuesta al complejo ecosistema en el que vivimos.

La gestión de los museos del siglo XXI debe estar abierta a las nuevas necesidades de la sociedad, con voluntad de comprender la diversidad que nos rodea. Incorporar la Responsabilidad Social en la estrategia de gestión permite a las instituciones culturales focalizar las acciones que se llevan a cabo y dotar al equipo de trabajo de las herramientas de formación necesarias, todo ello en beneficio de la óptima gestión de la entidad y de la creación de valor social de manera integrada y simultánea.



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