Para pensar el emprendimiento en cultura
Revisando literatura sobre el tema de emprendimiento, independiente a si la asociación de contenidos de los productos y servicios es cultural, resulta relevante identificar las capacidades de quien es identificado como potencial emprendedor y la auto-conciencia de las capacidades de quien se identifica como potencial emprendedor.
Si bien se trata del mismo individuo, el potencial emprendedor, tener respuesta para cada una de las condiciones sobre capacidades permite intuir la posibilidad de que realmente se cree la empresa y augura permanencia de la misma.
En los emprendimientos, recordando que tiene su definición en cuanto al inicio de una empresa, de la idea al hecho, es necesario que el potencial emprendedor realmente lo sea, de manera que identifique sus capacidades, pueda tener evidencias de las mismas, reconozca el trabajo con otros, pueda tener datos de esos otros, sepa que quiere hacer con su propuesta de empresa, pueda comprometerse con ese resultado e identifique quienes ya lo hacen y a quienes les interesa.
Pero cuando hablamos de emprendimiento cultural, debemos reconocer otros factores, también asociados a las capacidades del individuo, pero que encuentran su lugar en una organización, en un lugar común de varios. Entonces el saber hacer o la práctica ya adelantada, no siempre significa empresa, la gestión de los procesos y sus recursos, no siempre significa perdurabilidad, es más no tiene que significar empresa ni perdurabilidad empresarial - y menos mal que es así-.
Esta mañana reflexionaba, sobre la opción de pensar para las organizaciones culturales, sus iniciativas y proyectos una alternativa formal de intraemprendimiento, permitiendo que se convierta en estrategias de sostenibilidad más que de perdurabilidad, de creatividad más que de empresarismo.
Unidades de negocio que surjan de las organizaciones culturales sin ánimo de lucro desde sus prácticas artísticas, culturales, de gestión cultural o asociadas al patrimonio. Esto como alternativa a pensar que deban ser las organizaciones culturales transformadas en empresas.
Quedo atenta a sus opiniones
Si bien se trata del mismo individuo, el potencial emprendedor, tener respuesta para cada una de las condiciones sobre capacidades permite intuir la posibilidad de que realmente se cree la empresa y augura permanencia de la misma.
En los emprendimientos, recordando que tiene su definición en cuanto al inicio de una empresa, de la idea al hecho, es necesario que el potencial emprendedor realmente lo sea, de manera que identifique sus capacidades, pueda tener evidencias de las mismas, reconozca el trabajo con otros, pueda tener datos de esos otros, sepa que quiere hacer con su propuesta de empresa, pueda comprometerse con ese resultado e identifique quienes ya lo hacen y a quienes les interesa.
Pero cuando hablamos de emprendimiento cultural, debemos reconocer otros factores, también asociados a las capacidades del individuo, pero que encuentran su lugar en una organización, en un lugar común de varios. Entonces el saber hacer o la práctica ya adelantada, no siempre significa empresa, la gestión de los procesos y sus recursos, no siempre significa perdurabilidad, es más no tiene que significar empresa ni perdurabilidad empresarial - y menos mal que es así-.
Esta mañana reflexionaba, sobre la opción de pensar para las organizaciones culturales, sus iniciativas y proyectos una alternativa formal de intraemprendimiento, permitiendo que se convierta en estrategias de sostenibilidad más que de perdurabilidad, de creatividad más que de empresarismo.
Unidades de negocio que surjan de las organizaciones culturales sin ánimo de lucro desde sus prácticas artísticas, culturales, de gestión cultural o asociadas al patrimonio. Esto como alternativa a pensar que deban ser las organizaciones culturales transformadas en empresas.
Quedo atenta a sus opiniones
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